lunes, 20 de octubre de 2008

La leyenda de Jorge Sanchez Galtier

Hola amig@s: Lo dicho, un artículo a la semana, pero antes de entrar en la leyenda de Jorge Sanchez Galtier comentar que Juan el aragones ya cabalga por más ciudades como Barcelona, Soria y Alcañiz, osea que estupendo. A ver si llega pronto a Madrid. También destacar que aunque de vez en cuando se asocia "la leyenda de un cruzado aragones" a la editorial entrelineas, pues no: la que lo está editando ahora es la editorial www.jmediciones.com . Por lo demás fin de semana tranquilo y de cañas en Madrid y 11 en la quiniela. Poco dinero, ya os digo. Por cierto, a ver si las lluvias nos traen el níscalo.
Bueno, vamos a lo que vamos: colaboro con elperiodicodelvalledeltietar y como ultimamente está de moda revisar el pasado, pues aquí con este artículo intento reflejar, no sé si lo consigo, lo que para mí es el pasado en España. Dice así:

LA LEYENDA DE JORGE SANCHEZ GALTIER

Jorge ya no es un niño, ni siquiera es un adulto, pues se considera que en la sociedad actual aquellos que superan los 80 años pertenecen a ese otro estamento , a ese otro mundo desconocido llamado "la tercera edad". Pero auqnque a algunos les cueste creerlo , hubo un tiempo que pasó por la segunda de esas edades e incluso lo hizo por la primera con desigual fortuna . He aquí su pequeña historia que no será el guión de ninguna película de moda , pero que para él es su historia , su historia particular.

De pequeño le gustaba correr, vamos para que nos entendamos, era un "correcaminos" pero sin coyote que le tendiese trampas y en las tardes de invierno, después de las clases de la señorita Lourdes, aquella que tanto le enseñó, le gustaba a él y su pandilla , a Laura , Ana , a su hermano Carlos y demás del pueblo jugar en el atrio de la iglesia al escondite. Digamos que con mayor o menor forutuna fue feliz por aquellos días , y que aquel pueblo del Valle del Tiétar tenía todo lo que un chaval pudiera desear , pero pasados unos pocos de años , ya en la década de los 30, a los mayores les dio por desear otra cosa bien distinta.

Continuando con una tradición española mantenida durante muchos siglos, a Jorge un buen día en que ya no corría por el atrio de la iglesia, le dieron un fusil y le dijeron que quedaba reclutado pues los enemigos se aproximaban. Sí, era el año 36 del siglo pasado. El lo primero que pensó es que muy enemigos, lo que se dice muy enemigos no debían de ser, pues su hermano, el que se fue a trabajar en la pesca de bajura, estaba entre aquellos enemigos, pero pese a ese pequeño detalle allá que se fue con su ejército. Hagamos una pequeña aclaración, para que nos hagamos una idea: el problema de un chaval de 18 años en la actualidad puede ser, entre muchos otros, la carrera a emprender o bien el número de móvil que marcar para salir el fin de semana, pero en aquellos tiempos el problema básico era bien distinto, de supervivencia diria yo, es decir, había que matar antes de ser matado, disparar con mejor puntería que los contrarios y correr cuanto más mejor. Esto último Jorge no lo hacía mal del todo.

Aquella terrrible época de fatalidades y penurias finalizó como no podía sser de otra manera , con un vencedor y un vencido. Jorge, después de pensárselo mucho, decidió que los Sánchez Galtier habían sido sin lugar a dudas los ganadores de aquella guerra y no porque fuera el ejército de su hermano o el suyo propio el ejército ganador , sino simplemente porque los dos continuaban vivos , y eso era mucho pedir en aquella España desgarrada. Y es que su generación tuvo al triste ventura de poder morir tirados y olvidados en una trinchera de un territorio de nadie. Cuentan que cuando por fin se encontró con su hermano se abrazaron y lloraron juntos hasta hartarse, y entre otras cosas llegaron a la sabia conclusión de que mas valia mirarse como hermanos que como enmigos, y así lo hicieron. Entre otras personas , su madre agradeció mucho aquella forma de pensar. Por otra parte , aquel mismo día del abrazo, y aunque ya eran algo mayorcitos para echar carreras , pensaron si ir al atrio de la iglesia para retarse a una prueba de velocidad, pero lo pensaron mejor y tal era el hambre que tenían que decidieron ir a lmonte a por castañas y así poder tener algo que comer durante unos cuantos días. Eran los terribles tiempos de la posguerra.

Aprendió a sobrevivir. Tan sólo tenía una veintena de años y contando la lucha fratricida, era la segunda vez que la vida le ponía a prueba, la prueba del hambre. Para que nos entendamos, si en la actualidad un chaval de veinte años debe decidir, por ejemplo, en donde trabajar después de sus estudios, si es que lo encuentra, en aquellos años había que decidir en donde buscar el alimento del día para no morir de hambre y es de tener en cuenta la diferencia.

Y sobrevivió 5 años y pese a todo y a todos lo pudo hacer, y sobrevivió otros 10 más y gracias al trabajo de muchos, a los emigrantes y a los americanos, todo hay que decirlo, aquel tunel oscuro praeció que veía su fin. Sí , estamos hablando de los finales de los 50, y una nueva fuente de ingresos se sumó a los pocas existentes: la gente de la ciudad comenzó a visitar las tierras del Valle.

Ya sea por el turismo, por la mejoría de la economía o porque no hay mal que dure mil años, el caso es que Jorge pasó de intentar buscar algo para comer a intentar ahorrar algo a fin de mes, y con ello quien sabe, quizás buscar una mujer y formar un hogar, pero pronto se desengañó pues ya no era aquel chaval que corría por el atrio, sino era todo un señor al que le habían robado su juventud y aquello si que había sido un robo en toda regla.

Murió el Jefe del estado aquel que tuvimos que en lugar de dar la mano levantaba el brazo, y afortunadamente llegó la democracia. Jorge no era de ideas claras, lo que si me contó es que a la hora de votar se puso en contacto con su hermano para que si uno votaba a los de allí, el otro hermano votaría a los de allá y así siempre habría un ganador entre ellos y los Sanchez Galtier volverían a ganar de nuevo en aquella guerra electoral que se avecinaba. Y con su táctica debieron de ganar, pues uno puso un bar con vistas al atrio de la iglesia y el otro llegó a poseer una flotilla de pesqueros pero ya no de bajura sino de altura, a los que gustaba irse a la costera del bonito.

Y ambos se jubilaron y algunos días se les solía ver charlar en aquel famoso atrio de la iglesia, donde faltaban Laura y algunos más y donde eran otros los niños que corrían y mirándolos aquellos 2 hermanos se decían sin mirarse y se miraban sin decirse:

"Ojalá que su vida sea más sencilla que la nuestra"

Pues eso, estimada generación de los 10/30 del siglo pasado, para finalizar la historia sólo me resta deciros, por si alguien no lo dijo todavía, en voz alta.

MUCHAS GRACIAS A VOSOTROS.

www.santiagoiglesiasdepaul.es.kz

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